¿Su mamá? Sí que la conocí. Yo la quise. La quise de forma oscura y con la fuerza de quien se sabe que no tiene ninguna esperanza. Ella me quiso, sí. A veces hasta me lo dijo. A veces hasta se lo dije.
Usted tiene sus ojos, ¿sabe? Seguramente se lo habrán dicho tanto que le debe hartar que un nuevo desconocido le diga lo que le han venido recordando desde que se acuerda. Pero han sido décadas, algunas fronteras y dos continentes de diferencia. No sabe lo que es creer que ella me está viendo otra vez.
Pero claro, esto no creo que le importe a usted. ¿O sí? ¿Por qué buscarme a partir de una nebulosa referencia en una de sus redes sociales? Yo no sé quién es usted. Ni usted quién soy yo. Pero no se engañe, a usted y a su hermana las conocí hace lo suficiente como para que no me acuerde cuándo.
Hacía sol y nos vimos para volar un papalote. El hilo se rompió y salió volando. Usted lloró. Nos fuimos pronto y su padre le prometió otro papalote. Eso fue todo.
Aprecié mucho a su padre. Un buen tipo. No hablamos mayor cosa en estos años. Mucho de lo que supe de él fue por su madre. Nos escribíamos, luego nos llamábamos, luego nos enviábamos fotos, videos. Luego nada. Usted sabe que ella era alérgica al drama y le puedo asegurar que simplemente nos fuimos dejando ir, definitivamente. Nos tomó su tiempo, fue arduo seguirnos queriendo.
Una vez ella no me respondió más. No insistí. Sabía exactamente lo que había pasado y es que siempre supimos que eso que llamábamos amor era tremendamente expulsivo. Nunca pudimos estar cerca mucho tiempo. Algún fin de semana entero donde no había nada más que esas caderas que en esos momentos era mi mundo. A ella le encantaba mi forma desolada de adorarla, el temblor sordo que lograba arrancarle hundido yo en ella, desprovisto de toda posibilidad de salvarme.
Era agotador. Nos mataba. Desde la primera tarde que se me quedó viendo con el fuego fatuo de sus ojos aún más azul, aún más mortuorio. Aprendimos a desvestirnos hasta la tercera vez, antes fue una lucha tectónica que casi nos devora. Luego supimos cuándo, cómo, bajo cuáles condiciones de batalla.
Nunca supe si ella ya conocía a su padre. Sospechaba que esto era un triángulo donde yo era la arista inferior, quizá por las veces que ella se quedaba en silencio. Quizá por aquellos momentos cuando estaba a punto de decirme otro nombre. Pero eso sucedió luego, cuando ya yo estaba haciendo las vueltas de la beca en otro país.
A veces creo que ella se sintió abandonada y decidió vengarse de mí con su padre. A veces creo que soy un ególatra de mierda y que me doy demasiado crédito en nuestra historia, que ella simplemente aprovechó su pronta libertad mucho más pronto que yo… ¿Libertad? ¿Por qué dije eso? Nunca había pensado acerca de nosotros como una limitante. Creo que nunca lo fue. A veces el lenguaje te juega sucio.
¿A veces? No sé, mirar de vuelta desde hace tanto me tiene revueltas las memorias. Creo que ella salía con otros tipos y yo con otras tipas. Nada serio, intrascendencias que no ameritaron contarnos más allá de un no te puedo ver, hoy salgo con una amiga. Ella era un poco más explícita, me voy de “date”, decía. A mí me decía que yo era “su cabro”, pero eso no se lo decía a las amigas. Para ellas yo era un ligue, era alguien con quien cogía. Yo la presenté a mis amigos una vez que uno de ellos dijo que se casaba. Tal vez por eso cuando usted ha buscado sobre mí prácticamente nadie le ha podido dar razón.
O tal vez creo que eso pasó cuando yo le dije que me habían aceptado la beca. Y decidimos quedarnos como amigos que en momento de necesidad podríamos acostarnos. Me parece que fue así.
Cuando se casó con su padre y se fueron del país yo ya había regresado tres días antes. Los fui a despedir. En esos tres días sólo nos buscamos una vez. Logramos inventar un sexo de recién casados que fue casi, casi lo que habíamos tratado de hacer desde siempre. Fuimos tan felices que terminamos llorando porque sabíamos que no iba a volver a pasar. La geografía es imposible de engañar y el sexteo no es lo mismo. Lo intentamos los primeros dos meses. Guardé por diez años sus fotos, sus videos, sus mensajes. Después me pareció patético y lo borré todo. No sé que hizo ella con todo eso, jamás le pregunté.
Un año después coincidimos, yo andaba en viaje de trabajo y la llamé. Cené con ella y su padre. Hablamos de mentiras que preparamos tan concienzudamente que hasta terminamos creyéndolas como verdades. Yo iba a estar tres días. Nos vimos dos y el último ella me dejó en el aeropuerto, antes de irme me besó y me dijo que tenía tres meses de embarazo.
Pasaron los años y fue cuando coincidimos en Barcelona y luego que pasara lo del papalote ella le dijo a su padre que me iba a dejar al hotel porque yo tenía una precondición natural a perderme en otros países. Una de esas mentiras que terminamos creyéndonos tan bien que durante un año, en efecto, cada vez que salía de viaje acaba en lugares inhóspitos. En fin. Esa vez ella insinuó que apagáramos la luz, que dos hijos encima, que ya no era la misma. Mi respuesta fue quitarme la camisa y ella me maldijo por tener tiempo para gastarlo en el gimnasio. Por primera vez fue ella la que me miró con adoración.
Creo que no volvimos a tener sexo. Ganas no faltaron. Pero no coincidimos en ningún país. Y bueno, pasó el silencio.
-…a ella la conocí, sí. Alguna vez coincidimos porque teníamos amigos en común, sí. Lamento no poder contarle mayor cosa. Era su mamá, ¿dice?